Los trastornos alimenticios son enfermedades crónicas que consisten en la alteración de la conducta alimentaria y en la distorsión de la percepción de la imagen corporal. En muchos casos, este tipo de patologías pueden llegar a comprometer seriamente la salud o la supervivencia del paciente.
La primera entrevista tiene como objetivo determinar cuál es el problema de fondo y qué dimensión tiene. Para ello, se analiza minuciosamente el relato del paciente, atendiendo a todos los síntomas descritos por él, sus atribuciones, la frecuencia con la que se manifiesta el problema, la intensidad y el nivel de dificultad que genera en su día a día. Se estudia, asimismo, cómo se ha desarrollado la patología, así como otros problemas que puedan estar asociados a ésta: ansiedad, depresión, ataques de pánico, problemas sexuales…
Las causas de los trastornos alimenticios son muy variadas: pueden estar asociados a patrones de relación y vinculación deficientes, vivencias complejas o traumáticas de las persona, inseguridades emocionales… así como a otros aspectos internos y relacionales que no han podido ser adecuadamente manejados o asimilados. Las experiencias de carácter doloroso suelen quedar “aparcadas” de la memoria consciente y se activan con determinados estímulos, que no siempre tienen por qué estar directamente conectados con el problema.
En todos los casos, la terapia se fundamenta en buscar aquello que ha provocado el trastorno alimenticio. En ocasiones, los trastornos de alimentación no son un problema principal, sino un síntoma originado por otras situaciones que no son reconocidas por el paciente, o de las que, simplemente, no es consciente: sentimientos de culpa, vergüenza, angustia, alteraciones de la percepción de la imagen corporal, estilos educativos rígidos, incapacidad para expresar emociones…
El objetivo final es que paciente y terapeuta, de manera conjunta, vayan reconociendo e identificando esas circunstancias implícitas en el origen de la patología, para dotarlas de un nuevo significado y reducir el malestar asociado. De este modo, la persona logrará la recuperación de la conducta alimentaria normal y podrá llevar una vida más plena y saludable.